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innovación y tamaño de la empresa

El debate acerca de la relación entre el tamaño de las empresas y la innovación lleva produciéndose desde hace ya tiempo, algunos estudiosos del tema aseguran que el gran tamaño y la fuerza del monopolio son condiciones necesarias para lograr el progreso económico a través del cambio tecnológico, otros al contrario, argumentan que debido a factores relativos al comportamiento y organización de las pequeñas y medianas empresas (pymes), éstas se adaptan con mayor facilidad a la creación y desarrollo de innovaciones.
Freeman, uno de los clásicos dentro del campo de estudio de la innovación tecnológica, detectó a través de diversos trabajos que en determinados sectores (materiales sintéticos, procesos químicos, reactores nucleares, sistemas electrónicos, ...) las grandes empresas predominaban en el lanzamiento de innovaciones, sin embargo, no apuesta claramente por las hipótesis que le otorgan más ventajas. En especial, tratándose de instrumentos científicos, en su estudio reveló que las nuevas pequeñas empresas efectuaron notables aportaciones, es más, parece ser que los empresarios-inventores, al montar nuevas empresas, han sido sin ninguna duda clave en los primeros tiempos de la industria química y la de los semiconductores.
Se puede constatar que, en lo que se refiere a los intentos competitivos por innovar, el tamaño no influye demasiado en los resultados. No obstante, es obvio que en una determinada gama de sectores, la pequeña y mediana empresa no ha realizado intento alguno por innovar, con lo que la competencia en tales ámbitos se ha desarrollado principalmente entre algunas firmas gigantes o grandes.
Desafortunadamente, Freeman aporta datos de la OCDE del año 67, que no son significativos de la situación actual, ya que desde entonces se han producido una gran cantidad de cambios importantes. En cualquier caso, merece la pena destacar algunos puntos: es verdad que las estadísticas oficiales de gastos en I+D experimental quizás no reflejen el trabajo de investigación o inventiva realizado por directivos, ingenieros u otro personal independientemente de su rol principal en la organización. Puede que este trabajo de inventiva por parte de aficionados, a ratos perdidos, sea muy productivo y cabe examinar las pruebas en favor de la tesis de que las pymes representan un porcentaje excepcionalmente alto de inventos e innovaciones importantes. Sin embargo, por lo que se refiere a una actividad de I+D profesionalmente especializada, existen pruebas de que se halla muy concentrada en grandes empresas.
Resumiendo las pruebas que aporta Freeman acerca del tamaño de la empresa y el gasto en I+D tenemos:

• Los programas de I+D están muy concentrados.
• Tales programas se realizaban principalmente en grandes empresas con más de 5.000 empleados, aunque el grado de concentración es significativamente menor por tamaño de la firma que por tamaño del programa.
• La inmensa mayoría de las pymes (aproximadamente un 95%) no llevaba a cabo un programa especializado de I+D.
• Entre las firmas con actividad de I+D existía una correlación entre el tamaño del empleo total y el tamaño del programa de I+D en todas las industrias.
• Una correlación mucho más débil existía entre la medida relativa de la actividad investigadora (intensidad de investigación) y el tamaño de la empresa, no llegando a ser significativa en muchos sectores, en otras, en cambio, la correlación era inversa, siendo mayor las intensidad investigadora de las pymes.
• Entre las grandes empresas existían también pruebas de que en algunas industrias la intensidad de investigación disminuye con el tamaño a partir de un cierto nivel.

Todo esto nos hace pensar que no existe una relación obvia ni trivial entre el tamaño de una empresa y su capacidad de desarrollar innovaciones. No obstante, podemos identificar una serie de ventajas e inconvenientes que tienen las pymes y las grandes empresas dentro del marco de la innovación. En este sentido, Rothwell publicó en 1983 una tabla comparativa que ha sido reproducida en otros trabajos [3, 6] y que se resume a continuación. En particular, la comparación se hace para diversos conceptos:

• Marketing: Las pymes presentan mayore reflejo para reaccionar ante los cambios del mercado, si bien, la apertura de mercados internacionales puede resultarles demasiado costoso. Las grandes empresas, por su parte, gozan de unos canales de distribución y de servicio al consumidor muy estructurados así como de una mayor implantación en el mercado con otros productos existentes.
• Gestión: En las pymes la burocracia es inexistente, por lo que los gestores pueden reaccionar rápidamente y tomar posiciones ventajosas. Por otro lado, éstos tienen mayor capacidad de asumción de riesgos. Las grandes empresas, sin embargo, pueden sufrir los excesos de burocracia y a menudo pueden estar controladas por ejecutivos muy reacios a correr riesgos, por lo que los gestores se convierten en meros administradores, sin dinamismo y sin capacidad de reacción ante las nuevas oportunidades que se presentan. No obstante, en una gran empresa, los ejecutivos disponen de la capacidad de manejar organizaciones complejas y de definir estrategias corporativas.
• Comunicación interna: En las pymes existen “redes” de comunicación informales y más eficientes que afrontan los problemas internos resolviéndolos con mayor celeridad y, además, permiten una reorganización rápida para adaptarse a los cambios del entorno. Esto no ocurre en las grandes empresas, donde la comunicación interna se vuelve engorrosa y se pierden reflejos ante nuevos desafíos y oportunidades.
• Personal altamente cualificado: A menudo las pymes carecen del técnicos especialistas cualificados y generalmente no pueden afrontar el gasto de un laboratorio de I+D profesional a una escala apreciable. Las grandes empresas, sin embargo, atraen profesionales con muy alto nivel de cualificación así como pueden permitirse mantener un gran departamento de I+D.
• Comunicación externa: Las pymes no suelen disponer del tiempo o los recursos necesarios para identificar y utilizar importantes fuentes de conocimiento técnico y científico, al contrario de lo que ocurre con las grandes firmas. Éstas pueden nutrirse de tales fuentes, pueden disponer de bibliotecas y servicios de información, pueden subcontratar I+D a centros de investigación y pueden comprar tanto información técnica como tecnología en sí misma.
• Financiación: En este sentido las pymes también se encuentran en clara desventaja frente a las grandes empresas, las cuales pueden “alimentarse” de los grandes mercados de capital y tienen una mayor versatilidad a la hora de localizar la financiación para sus proyectos. Las pymes, sin embargo, experimentan grandes dificultades a la hora de atraer fuentes de financiación, especialmente si se trata de capital riesgo. Además, para una pequeña empresa, la innovación puede suponer un riesgo financiero desproporcionadamente alto.
• Economías de escala: De nuevo las pymes se ven en situación de desventaja frente a las grandes empresas, ya que en determinados sectores, las economías de escala e convierten en barreras a menudo insalvables. Las firmas mayores, sí tienen la capacidad para alcanzar economías de escala tanto en I+D, como en producción, como en marketing. Además, éstas pueden ofrecer líneas completas de productos complementarios, algo que le puede presentar mucha dificultad a las pymes.
• Crecimiento: Las pymes sufren dificultades a la hora de obtener financiación necesaria para un rápido crecimiento. Por otra parte, los pequeños empresarios se ven rápidamente desbordados por una creciente complejidad de la organización de la empresa. Las grandes firmas, sin embargo son capaces de financiar la expansión de su producción y su propio crecimiento mediante la diversificación y adquisición de otras compañías.
• Patentes: Las pymes no tienen suficiente capacidad de maniobra dentro del sistema de patentes, no pudiendo afrontar los costes en tiempo ni en capital asociados a la litigación de una patente. Las grandes empresas, pueden disponer de especialistas en patentes y pueden permitirse entrar en pleitos en defensa de sus patentes.
• Leyes y normativas: La burocracia es demasiado compleja y los costes demasiado altos para las pymes, mientras que las grandes empresas pueden tener su propio gabinete de asesores y afrontar todos los costes legales sin especial dificultad.

Podemos comprobar que grandes y pequeñas empresas tienen sus propias ventajas e inconvenientes a la hora de llevar a cabo una innovación, por lo que a priori no podemos afirmar que haya en ningún caso ventajas comparativas de unas frente a las otras que estén inequívocamente asociadas al tamaño de la organización.
Además, el término innovación sin más puede resultar algo vago, por lo que sería razonable matizar antes el concepto haciendo una clasificación de las innovaciones según tres aspectos: cambio en el producto, cambio tecnológico y cambio del mercado. De esta manera, si somos capaces de definir, con fines analíticos, qué es actual y qué es nuevo, entonces estaremos en disposición de situar cada innovación en una de las porciones del siguiente cubo:

Cada una de estas formas de innovación influye de una determinada forma en la definición de la estructura organizativa más apropiada para su propia implementación. Las formas más radicales de innovación, la creación de nuevos productos utilizando nuevas tecnologías (las porciones sombreadas del cubo de la figura anterior) a menudo requieren nuevas estructuras de organización como, por ejemplo, una nueva división dentro de una empresa, una compañía subsidiaria de una gran firma o una compañía totalmente nueva y, usualmente, pequeña e independiente.
Un ejemplo muy interesante de todo lo discutido hasta este punto lo tenemos en el sector de la informática. En las décadas del 40 al 60, la actividad innovadora estaba dominada por las grandes empresas que producían principalmente grandes computadoras (mainframes), esto llevaba consigo altos costes, un gran esfuerzo de I+D y el establecimiento de un exhaustivo sistema de producción y servicios. Sin embargo, durante la siguiente década, las pymes emergieron con una fuerza significativa como consecuencia del desarrollo de la microelectrónica y los microprocesadores, lo que hizo posible la entrada en el mercado de pequeñas empresas productoras de mini y microcompoutadoras. Estas, eran más intensivas en cuanto a cualificación, requerían una inversión de capital considerablemente menor que en el modelo anterior y habían abierto una gran variedad de nuevos nichos de mercado, muy adecuados para la explotación por empresas de tecnología. Por tanto, mientras un tipo de cambio tecnológico, que requiere altos costes de desarrollo y grandes inversiones para su comercialización, puede suponer una barrera infranqueable para las pequeñas firmas, otros tipos de cambio tecnológico puede ofrecerle a éstas muchas nuevas oportunidades.
Por otra parte, el desarrollo del sector de los computadores discurrió paralelo al del software asociado. Inicialmente, a finales de los 60 y comienzos de los 70, se produjo un desacoplo entre los precios del hardware y del software. Las grandes firmas fabricantes de mainframes estandarizaron sus programas, creando a un tiempo nuevas oportunidades para las empresas de software allí donde las necesidades de los usuarios eran más específicas. Al llegar los productores de miniordenadores y concentrarse en el hardware, a causa del desconocimiento de los requerimientos específicos de la amplísima gama de usuarios, especialmente en el sector de los servicios, surgió un mercado nuevo y lleno de oportunidades para los desarrolladores de software. Finalmente, el lanzamiento de los microordenadores, con gran cantidad de aplicaciones de los más diversos tipos, fue la causa del salto cualitativo desde empresas de programación dedicadas a sistemas completos hacia firmas especializadas en un tipo concreto de aplicación.
Al igual que ocurre con el hardware, en el sector del software las innovaciones en procesos y productos más importantes (como pueden ser los sistemas operativos, las grandes bases de datos, etc.) se llevan a cabo en las empresas más grandes, que disponen de los recursos humanos y materiales necesarios, mientras que, las pequeñas firmas, se dedican al desarrollo de programas para las necesidades específicas de un reducido número de clientes; su papel es fundamentalmente, la difusión de la tecnología a través del mercado.

De toda esta discusión podemos extraer dos importantes conclusiones. Por un lado que el debate referente al tamaño de la empresa y la innovación debería realizarse analizando minuciosamente los detalles y sector por sector. La segunda es que es necesario un enfoque dinámico, pues la contribución relativa a la innovación de firmas de diferentes tamaños podría depender de la antigüedad del sector correspondiente. Además, el tipo de innovación (en producto o en proceso) típico de las grandes y de las pequeñas empresas en cada una de las diferentes etapas del ciclo de la industria también podría variar.
Quien hizo la mayor contribución a la discusión de la dinámica de la industria fue, sin duda alguna, Schumpeter, que remarcó que, mientras las pymes juegan un papel significativamente importante en el establecimiento de nuevas ramas industriales, durante las etapas más tardías de su desarrollo la innovación requiere la participación de grandes empresas, debido a los altos costes asociados y a la gran capacidad de marketing necesaria si la innovación es realmente importante.
Según Freeman, hay esencialmente dos modelos schumpeterianos para la innovación: la innovación empresarial, y la innovación gestionada. En el primer caso, las nuevas tecnologías emergentes están asociadas de una forma, aún por determinar, a nuevos desarrollos científicos, los cuales se llevan a cabo independientemente de las empresa y firmas existentes así como del mercado. Los empresarios arriesgados aprovechan las oportunidades técnico-económicas que se les presentan y, a través de la innovación radical, fomentan el crecimiento de nuevas industrias y la aparición de nuevos grupos de productos. Es durante esta fase del ciclo industrial donde las nuevas empresas, dinámicas y con un crecimiento vertiginoso, juegan su papel fundamental como verdaderas fuentes de innovación. Según la tecnología y el mercado van madurando, y el tamaño medio de las empresas crece, la actividad inventiva va progresivamente interiorizándose en forma de grandes departamentos de I+D propios (aunque permaneciendo en contacto con las fuentes externas de ciencia y tecnología).
Finalmente, cuando la industria y su tecnología alcanzan su grado de madurez, disminuyen las probabilidades de nuevas grandes innovaciones. Al mismo tiempo, los requerimientos del mercado se vuelven cada vez más específicos y los productos que compiten entre sí, son cada vez menos diferentes en su aspecto técnico. Como resultado, los precios se convierten en un, cada vez más, importante factor en la competencia y los esfuerzos de desarrollo se centran en el perfeccionamiento y la eficiencia del proceso productivo.

Si este patrón de evolución resultase válido, entonces, mientras las pequeñas nuevas empresas iniciales se dedican esencialmente a la innovación en el producto, las subsiguientes grandes firmas establecidas se involucrarían más en la innovación en los procesos productivos, dejando de lado la mejora de los productos.
Un ejemplo muy aproximado al modelo de evolución industrial schumpeteriano y que ilustra la complementariedad entre las grandes y pequeñas empresas lo tenemos en la industria norteamericana de los semiconductores y en la historia del mítico Sillicon Valley, que analizaremos más tarde cuando estudiemos el fenómeno del spin off. En este caso podemos observar claramente la evolución desde el modelo de innovación empresarial de un nuevo sector emergente en los 60 hacia el modelo de gestión de la innovación propio del oligopolio, formado en la actualidad por las grandes empresas multinacionales.

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27/06/2000 ©Procedimientos-Uno S. L.